Mostrando entradas con la etiqueta izquierdismo del güeno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta izquierdismo del güeno. Mostrar todas las entradas

martes, 15 de diciembre de 2015

conversando...

...con el hombre que siempre va conmigo


—¿Cómo? ¿Quéééé? ¿Que a quién voy a votar? Me dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
Oye, mira: el voto es secreto.

—Ya, ya. Pero te lo pregunto en confianza; en privado. Dímelo al oído.

—Mira, esto que no salga de aquí; de entre nosotros. Que no salga de España: Yo voy a votar a PODEMOS.

—¿Por qué?

—Por qué, me dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
Porque es la nueva izquierda con más posibilidades de triunfar; porque es la nueva izquierda sin mancha de aburguesamiento, de tibieza, de mamoneo con los poderes poderosos; sin usar ni abusar de las puertas giratorias; sin rendir pleitesía a los poderes de un determinado partido-religión; sin condescendencia ni vasallaje a los poderes económicos de los bancos y demás parientes. Porque sí.
Porque creo en ellos, hoy por hoy. Porque los viejos y centenarios partidos ya me han defraudado y desencantado lo suficiente como para mandarlos a tomar vientos.
Porque si no voto a PODEMOS, no votaré a ninguno...... 

¿A quien voy a votar, sino?

Por eso.

Ensoñación. Lo que pudo haber sido el edificio del nuevo ayuntamiento de Bargas

miércoles, 18 de noviembre de 2015

cuando veo a un policía...

Cuando veo a un policía español, sea de traje de paisano o sea de uniforme de trabajo, siempre, de manera instintiva, rutinaria, maníaca, me pregunto para mis adentros:
«¿Y éste, a cuántos ciudadanos habrá pegado, maltratado y humillado injustamente
Sí, porque mi ética (que quizá no la suscriba nadie más) es la de que a un ciudadano, pacífico, desarmado y en posesión de todos sus derechos ciudadanos y democráticos, con su derecho de protesta y manifestación pacífica, no le puede dar de ostias, patadas y palos, otro ciudadano que viste de uniforme policial y lleva porra y pistola legal colgada al cinto.

Sí, sí; porque mi ética (que quizá no la suscriba casi nadie) es la de que si no se pega de palos, patadas y ostias a un ciudadano que acaban de detener porque ha matado a su esposa; a un grupo de terroristas que acaban de poner un explosivo; a un ciudadano que acaban de detener por robar o atracar un banco o a un individuo, ¿por qué dar ese maltrato execrable y desproporcionado a un ciudadano que está protestando por cosas que entran dentro de sus derechos ciudadanos?

—"Es que los azuzan, los mandan y obligan sus jefes políticos y policiales".

Pues por mucho que los manden sus jefes a hacer actitudes infrahumanas, una sociedad moderna y democrática debe tener mecanismos para evitar esas asquerosas prácticas. Para erradicarlas de las actuaciones policiales. Para castigar duramente a todo agente que ofenda, humille o maltrate a un ciudadano en posesión de todos sus derechos.
Aquí quiero ver a los sindicatos policiales luchar contra eso de "la obediencia debida". ¡Abominable!
No vale todo. No tiene que valer todo en un agente policial que debe estar —sobre todo— para proteger al ciudadano en general, y garantizar el libre ejercicio de sus derechos.

—¿Y esos policías que protegen más a los esquiroles que a los trabajadores huelguistas?

—¡Calla, calla. No me toques ese tema que me enciendo y exploto.

—"A los sindicatos policiales no les puedes exigir que se dediquen a eso".

Bueno; vale. Pero a alguien tendré que invocar para que se acabe con esas acciones tan execrables.
Yo sé que aunque un fortísimo chorro de agua lanzado desde un vehículo policial, pueda hacer muchísimo más daño físico a los ciudadanos que no quieren dejar la via expedita, en realidad hace muchísimo más daño moral una patada, una ostia o un palo venido de un funcionario con uniforme. Eso deja profundas cicatrices en el alma.

Yo sé que aunque una enorme nube de humo aturdidor lanzado contra el grupo de protestones, pueda hacer muchísimo más daño físico a los ciudadanos que no quieren dejar de pisar el césped, en realidad hace muchísimo más daño moral una patada, una ostia o un palo venido de un funcionario con uniforme. Eso deja heridas para siempre, a los que reciben esos tratos y a los que lo observamos en los vídeos periodísticos.

Siempre pasa igual... Sé que cuando pasen cierto número de años —quizá de siglos— se analizarán en tiempo pasado estos actos que denuncio como de impropios de una ciudadanía siglo XXI. Se analizarán y se meterán en el mismo saco que están metidas ya las torturas en los calabozos policiales y los malos tratos en comisarías y en cárceles. En el mismo saco en donde ya se metieron hace tiempo las palizas de padres a niños. Siempre pasa igual...

No debiéramos ver como natural, como legal, como aceptable, esas prácticas policiales que se cometen contra los derechos democráticos de los ciudadanos en estos tiempos.
Desde luego, legítimos no son esos métodos, aunque muchos me digan que son legales.

Igual que veríamos fatal el que los sacerdotes den ostias a sus feligreses; igual que veríamos muy grave que un cuidador maltrate a los ancianos que cuida en el asilo; igual que vemos muy perseguible el que una niñera dé palizas a los niños que cuida (incluso hoy día se persigue a los propios padres que pegan a sus hijos); igual, igual, IGUAL tendríamos que considerar criticable y erradicable eso que tanto se practica en estos tiempos entre policías españoles y el resto de ciudadanos.

—Pues anda, vete a ver lo que hacen en otros países de parecido nivel al de España.

—Eso no me vale. "Mal de muchos nunca debiera ser el consuelo de los resignados ni de los tontos".

Cuando veo a un policía español, —lo siento, no lo puedo evitar— en el fondo de mi alma se produce un recelo, un desprecio preventivo, por si acaso es uno de esos muchos uniformados que dan un trato inhumano, desproporcionado, perseguible y despreciable a muchos, muchísimos, demasiados ciudadanos españoles. En las calles y en "sus" comisarías.
Lo siento; Lo lamento. Lo confieso.
No todos son iguales, claro está.
Es que hay policías que las cloacas del Estado los 'buscan', los entrenan, los requieren y los azuzan, precisamente, para realizar esos "trabajillos" tan execrables; tan infrahumanos; tan despreciables...¿Habrá que entender que son los verdugos del siglo veintiuno? (¡?!)

Y luego están esos gobiernos tan majos que después de que la justicia condene —¡por fin!— a unos sicarios, provocadores y pendencieros vestidos de uniforme policial, pistola al cinto, ..., van y los indultan y los libran de la cárcel y de pagar de alguna manera sus tropelías y "proezas". ¡¡Con dos cojones!!

__________________________________________________________________________
(*) ERE=Expediente de Regulación de Empleo=echar a la puta calle a un trabajador y quitarle su puesto de trabajo.

lunes, 23 de marzo de 2015

todos somos de derechas

Sí, porque ser de derechas es lo fácil. El bicho humano viene equipado de serie para ser de derechas. De derechas porque es la tendencia natural. Ser egoísta, individualista, insolidario, embustero, competitivo, cínico, abusador...
Y ya no digamos lo del racismo, la xenofobia, el machismo... ¡Y lo del ultra-feminismo, que también se las trae...!

Y el patriotismo y el nacionalismo. Sí; sí, porque el patriotismo y el nacionalismo son lo contrario de uno de los pilares más importantes del izquierdismo: el internacionalismo → la destrucción de todo tipo de fronteras que separen a unos seres humanos de otros.
Los hay que son de derechas, ¡muchísimos!, que lo son a tiempo total. A jornada completa. A dedicación exclusiva. Es lo más cómodo.
Hay otros, entre los que me encuentro yo, que somos derechistas discontinuos; derechistas a tiempo parcial. De derechas, sí, pero en precario. Por horas, por fines de semana o sin contrato legal.
No hay —no puede haber— alguien que no sea nada de derechas. Aunque sólo sea un ratito cada día, caemos en el derechismo.
No es posible ser de izquierdas a tiempo total; a jornada intensiva. Sin vacaciones ni festivos ni días mocosos.

Es muy sacrificado ser de izquierdas aunque sólo sea por unas horitas cada día.
Llega un tiempo que el buen izquierdista, el izquierdista con contrato fijo a jornada completa, necesita vacaciones. Necesita una relajación para aliviar las tensiones que genera eso de ser de izquierdas en largas jornadas sin derecho a domingos, ni vacaciones de semana santa o de navidad.

Yo no me creo que haya nadie de izquierdas, izquierdas, lo que se dice izquierdas. Es imposible. No hay quien aguante tanta tensión interior ni tanto sacrificio.
Porque ser de izquierdas es llevar al extremo más extremista esa descripción que de sí mismo hacía don Antonio Machado en su poesía "Retrato": «...soy, en el buen sentido de la palabra, bueno». He llegado a sospechar que no hay personas de izquierdas ni de derechas; que sólo hay buenas y malas personas y una inmensa gama de cualidades intermedias.

Por eso mismo, yo me siento aspirante a izquierdista; un eterno aspirante. Todo lo más y mejor que puedo decir de mí mismo es que soy un aprendiz de 3º año de izquierdismo, pero de ahí no paso. Soy de los convencidos de que todos somos más o menos de derechas.
(?)
Grado más..., grado menos...
¡¡Qué le vamos a hacer!! La vida es así, no la he inventado yo.

viernes, 29 de agosto de 2014

La Poda

Desde los primeros días de este verano de 2014, viene operando un nuevo movimiento político que nos aconseja que podemos las ramas espurias de ese árbol que nos nació en España en el año 1978 y que se asemeja un poquitito a una verdadera democracia.

Y la poda consistiría en renovar o cortar muchos ramajes que hace años nos hicieron creer que eran los que conformaban el sagrado árbol de la democracia. (La democracia a la española, claro).
Para saber bien qué ramajes podemos podar, son de mucha utilidad frases como  "me gustas democracia pero estás como ausente" / "lo llaman democracia y no lo es" / "nuestros sueños no caben en vuestras urnas" / "que no nos representan, que no" / "no somos mercancía de políticos y banqueros" / "si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir" / "no somos antisistema, el sistema es antinosotros" / "entre capullos y gaviotas nos han tomado por idiotas" / "me sobra mes al final del sueldo" / "no falta dinero, sobran ladrones" / "PSOE y PP la misma mierda es" / "¿Dónde está la izquierda? Al fondo a la derecha".

Son eslóganes sesudos y jocosos, cargados de realismo y de crítica respetuosa y constructiva. Me traen a la memoria a aquellos eslóganes del mayo francés de 1968, como aquello de "seamos realistas, pidamos lo imposible" / "debajo de los adoquines está la playa" / "el patriotismo es un egoísmo en masa"...
Está visto que las mejores revoluciones son las que se acompañan de ocurrentes —o absurdos— eslóganes. Y mejor si las protagonizan los jóvenes y los estudiantes. (Tiempo tendrán de hacerse mayores y aburguesarse y apoltronarse).

Gentes de mi edad todavía tenemos mucho que aprender de esos jóvenes. Aprender de sus ímpetus; de sus utopías; de sus sueños y de sus luchas.
Aquel régimen que nacía en el año 1978 con una constitución recién estrenada, nos hicieron creer que eso era democracia. Y primero llegaron los franquistas y falangistas reconvertidos en centristas de toda la vida y nos gobernaron en democracia. Sí, creímos que democracia es votar cada 4 años. Luego vinieron los socialdemócratas cargados de trepas, arribistas y tibios, y otro tanto de lo mismo.
Y muchos votábamos con muchas esperanzas, con muchas ilusiones y con demasiada credulidad.
Luego los políticos —que se profesionalizaron o que ya lo eran desde la época franquista— nos vinieron a decir —con otras palabras— "déjame a mí que esto te lo arreglo yo".

A estas alturas, lo que se dio en llamar transición, hemos llegado a la conclusión de que fue más bien una transacción, un cambalache, un toma-y-daca, en donde se concedía una "democracia" a cambio del olvido, la legitimidad y la intocabilidad a las esencias del franquismo.

¡Tijeras, necesitamos tijeras de podar! Y ahora tenemos un movimiento político que nos intenta abrir los ojos y despertarnos de la larga somnolencia inducida.
Nos dice cosas difíciles de entender como "esto no es cuestión de izquierdas contra derechas, es una cuestión de los de abajo contra los de arriba".
Y algunos no acabamos de ver claro cómo se construye un frente de lucha política sin echar mano de algún tipo de ideología de izquierdas, de las muchas que abundan.

El nuevo movimiento político con intenciones podadoras, nos dice que entre sus miembros no se permitirán actitudes sexistas, xenófobas, autoritarias, homófobas, machistas, denigrantes, insultantes, acusaciones o caricaturas, difamaciones ni violencia verbal o física, así como ninguna actividad contraria a la defensa de los Derechos Humanos.

¡Vamos!, que esto es buenismo del bueno muy semejante a aquellos buenos consejos que nos daban los representantes de la religión católica cuando nos metían las doctrinas del catecismo por obligación —o por imperativo legal—,  (perdón por la comparanza).
En cuanto a la procedencia de cada persona que acuda a formar parte de las asambleas de los Círculos e incluso a la más o menos marcada ideología con la que lleguen, en el ideario de PODEMOS nos dicen algo parecido a lo que dicen en el himno de La Legión: "...cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior...", (perdón por la comparanza).

Se intenta poner en práctica una teoría que nunca se había ensayado en la vida real del panorama político: la democracia directa. O quizá, mejor dicho, la democracia asamblearia.
Yo, confieso que no sé cómo se come eso. Es más, desconfío mucho de que ese sistema dé buenos resultados. Yo no pienso como muchos pertenecientes a ese novísimo movimiento político, que vienen a querer decir algo parecido a aquel eslogan que hace 40 años se pegaba en el cristal trasero de los coches: "toó er mundo é güeno" (en puro 'idioma' andaluz).
No; yo no pienso que haya un alto porcentaje de gente buena entre la sociedad ni entre los afiliados de PODEMOS. Ni buena gente ni noble ni humilde ni culta ni desinteresada ni solidaria ni de una inconfundible ideología progresista.(*)

Para yo confiar con total entusiasmo y seguridad en la utilidad de este novísimo movimiento político —que se obstina deliberadamente en esconder su verdadera ideología política—(**), menester fuera que al frente de cada candidatura, de cada comité, de cada equipo, estuvieran los Pablos Iglesias, los Juan Carlos Monedero, los Íñigos Errejón, los Luis Alegre Zahonero, o las Carolinas Bescansa...
No siendo así, me temo que este bonito proyecto termine en el baúl de los recuerdos donde quedaron tantos partidos comunistas, socialistas y algunos otros partidos y partidillos izquierdistas.
Y lo sentiría mucho. Sí; de verdad.
Deseo todo lo mejor para este novísimo intento podador del follaje político español.
Porque los voté con todas mis ganas el 25 de mayo para las europeas; porque los pienso seguir votando allí donde quiera que se presenten.

(*)  con la filosofía de PODEMOS (eso de que se acepte todo lo que digan las asambleas por mayoría) sé muy bien que los resultados serían: "misa los domingos en todas las televisiones públicas / procesiones y fiestas religiosas a tutiplén / corridas de toros televisadas todas las tardes / partidos de fúrbol por las noches".
(**) y seguramente que en el fondo son de izquierdas.
Inconfundiblemente de izquierdas. ¡Ya lo creo! Y lo aseguro por los feroces ataques que están sufriendo estoicamente de manos de franquistas, ultra-derechistas, fascistas, neo-nazis, tibios, "apolíticos" y gentes de similar jaez.
¡Claro!, que alguien me dirá: "te olvidas de los ataques que reciben de comunistas y socialdemócratas". Y yo le respondería: "Bueno, sí; y también de Willy Toledo" (???)

sábado, 31 de mayo de 2014

extractos de prensa

Se busca líder del PSOE, preferiblemente de izquierdas

Los mandamases de la florecita, toda vez que el puño y la rosa ya es historia, empiezan ahora a entender que el PSOE no es de ellos, ni siquiera de sus militantes, a los que antes se les quería sólo para pegar carteles y ahora para colgar tuits en Internet, sino que es un patrimonio de sus votantes, y que es a ellos a los que corresponde elegir a sus líderes y dar legitimidad a sus propuestas.
Esto, claro, es un inconveniente para el statu quo, donde quien sigue teniendo la sartén por el mango es un consejero de Gas Natural llamado Felipe González.

Un líder socialista ha de velar por los desfavorecidos y no por los mercados, ha de ser capaz de denunciar las corruptelas de los suyos, ha de ir en metro antes que en coche oficial, ha de pisar las fábricas y no las moquetas, ha de defender un Estado fuerte frente al camelo de las manos invisibles, debe ser humilde y anteponer las personas a las cifras, especialmente a las del déficit.
Juan Carlos Escudier

Le llaman de todo, menos bonito

Poco ha tardado la carcunda en difamar, vilipendiar y criminalizar a la cabeza visible de Podemos, Pablo Iglesias, y, en su conjunto, al movimiento que el joven profesor de la Complutense dirige.
Menos bonito, le están llamando de todo, y eso que el chaval, al contrario que tantos que siguen pastando del Presupuesto, ni ha robado, ni ha prevaricado, ni ha malversado, ni ha maquinado para alterar el precio de las cosas, ni ha recibido sobres con dinero negro, ni ha participado en la macro-estafa institucional de las Preferentes, ni ha hundido las Cajas de Ahorros, ni ha birlado el pan a los pobres para asegurar el dividendo de los ricos, ni le ha quitado la tarjeta sanitaria a ningún ser humano, ni tiene fortuna opaca ninguna en los paraísos fiscales, ni tiene intención de viajar en "business" al Parlamento, ni ganar doce veces el salario mínimo como eurodiputado, ni nada.

Quienes, por alguna razón que se me escapa y por otras que no se me escapan en absoluto, están poniendo a parir a Iglesias por el mero hecho de haberse presentado a unas elecciones y haber sacado un millón y pico de votos, no sólo faltan al respeto de la persona, sino al del sistema democrático, que es el de la libre concurrencia. Diríase que para esa gente hay cosas, ideas, propuestas, discursos, alternativas, proyectos políticos, que deberían prohibirse. Uno, que no ha sido comunista en su vida, y que probablemente no lo sea jamás, sabe, no obstante, que ese anticomunismo irracional de ecos tan añejos remite, paradójicamente, a la peor clase de comunismo, al más totalitario, necio y pueril. ¿Se ha obligado a la gente a votar a Podemos?


Rafael Torres

Por el vuelco en las siguientes

El resultado de las elecciones ha producido dos sorpresas. La primera es la irrupción en el escenario político, el gran éxito, de Podemos. Una formación con cuatro meses de vida, que no parte de coaliciones ni partidos refundados y consigue casi tantos votos como Izquierda Unida, superándola en la Comunidad de Madrid. Un caso insólito, único probablemente, en la historia de la democracia.

El batacazo del PSOE, sin embargo, parecía cantado. Históricamente ha disfrutado de unas mayorías que no le correspondían, aglutinando el voto de los ciudadanos que pretendían con su apoyo evitar la debacle de la presencia en el Gobierno central de los neoliberales que venían a por todo, a arrasar con todo, a desmontarlo todo en cuanto tuvieran ocasión. Y la tuvieron. Claro que ese apoyo de la ciudadanía para contener la barbarie neocón no iba a durar eternamente. Los paisanos se cansan de contribuir con su voto a la formación de gobiernos que hacen oídos sordos a muchas de sus demandas en favor de la gobernabilidad, cediendo al chantaje de los incuestionables poderes fácticos.

En estos tiempos de crisis donde el saqueo de la nave que naufraga es sistemático, urgen medidas de choque. Urge la abolición de las reglas que permiten la ruina de los estados, el desmantelamiento de la economía productiva, la deriva del dinero hacia la nube de la especulación. Urge la regulación de los mercados que llevan a la pobreza a los ciudadanos, poner coto a esta piratería financiera que define la libertad como la eliminación del control de los mercados por el Estado, mientras preparan medidas características de regímenes totalitarios para reprimir a los ciudadanos. Un mundo donde la destrucción de la industria y los despidos colectivos se han convertido en un gran negocio no es admisible.

Poner las cosas en su sitio. Nada más. Abolición de la crueldad y el desprecio a la ciudadanía desde las instituciones.
El Gran Wyoming

El PSOE tiene cataratas

Me gustaría escribir algo sobre el PSOE, pero no sé qué. Me da penita su situación y, aunque se lo tiene merecido, deseo que consiga superarla. Pero no entiendo nada. Se pelean entre ellos por extraños intereses que no comprendo más allá de la ambición. Lo mismo que no comprendo por qué tardan tanto en presentar su nuevo programa, si es que lo va a haber y será novedoso. Ni si es mejor presentar primero presentar el programa y después el secretario general o al revés. O el secretario general y el candidato en distintas fases o a la vez. Ni si el secretario general y el candidato deben ser el mismo.
Un lío. Por si faltaba poco, ahora les ha surgido el quiste de Podemos. Que les quita una purrela de votos. Y Podemos tampoco quiere nada con ellos, son la peste, si acaso con los que se desgajasen. Y lo del candidato y secretario general es igual de dificultoso. Unos dicen que deben votar todos los militantes mientras que otros sostienen que solo deben hacerlo los delegados de los militantes. Yo me he perdido y ya ni sé quién defiende a quién, si Susana Díaz, que parece que manda mucho, va a favor de Chacón o de Madina o de ella misma, que es lo probable aunque se haga de rogar. Sí creo que debe ser alguien cuanto más nuevo mejor. Y que esté dispuesto a romper tajantemente con el pasado y matar a sus padres Zapatero y González.
Arturo González

Éxito gramatical

Podemos es la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo poder y también la primera del plural del presente de subjuntivo del verbo podar. Nosotros Podemos. ¿Podemos qué? Aquí se debe añadir el complemento que más plazca al usuario. Podemos detener los desahucios. Podemos parar los pies a los poderes financieros. Podemos aminorar las desigualdades. Podemos dotar a la política de un sentido más noble. Podemos nacionalizar la electricidad, el gas, el agua. Podemos sanear el ambiente. Podemos podar. Podemos, en fin, es una oración gramatical.

El PSOE se fue al carajo cuando dijo No podemosNo podemos negar a los bancos su derecho a dejarte sin casa, ni a las eléctricas el suyo a quitarte la luz, ni a las gasísticas el de cortarte la calefacción. No podemos, “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”, desoír las órdenes del Ibex 35. Aquel No podemos fundacional de Zapatero marcó el rumbo a Rajoy. No podemos dejar de pagar la deuda, No podemos perseguir a los defraudadores fiscales, No podemos meter en la cárcel a nuestros amigos corruptos, No podemos evitar que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres…

Juan José Millás

sábado, 29 de marzo de 2014

la violencia (continuación)

Viene de aquí
Ayer vi un programa de televisión. Era en La Sexta TV. (Repetido. Ya lo emitieron meses atrás).
Se trata de ver cómo actúan los carteristas en el metro. De cómo les pisan los talones unos jóvenes policías de paisano. Ella y él.
Después de ver cómo localizan en pleno "trabajo" a los carteristas, los detienen, los cachean y demás actos propios de un policía, les invitaban amablemente a salir del metro, los acompañan a la salida para alejarse de allí.
Los trataban con mucha cordialidad, con mucha campechanía, con respeto, sobre todo. Los hablaban de forma paternal y los daban una palmadita coleguil aconsejándolos que no vuelvan a robar, que eso está muy feo.

Y de pronto me puse a pensar. Y de pronto se me vino la luz a mis ideas.
O sea —me dije— que los policías, cuando cogen infraganti a un carterista, a un ladrón, a un traficante de droga, a uno que acaba de asesinar a su mujer y etcétera, etcétera, etcétera, ... le tratan con humanidad, con respeto, sin vejaciones ni malos tratos de palabra y obra. Y cuando los policías se trasladan al escenario de las manifestaciones ciudadanas, en donde no están cometiendo ningún delito, ninguna ilegalidad, les tratan como les tratan, lamentablemente. Ya sea en la vía pública o en las comisarías.
Qué trato más diferente del primer relato. Ya sean los mal llamados antidisturbios o cualquier otro tipo de policías autonómicas o de guardiaciviles.

Y llego a una conclusión:
Esa forma de ver y tratar al ciudadano pacífico y legitimado, en la calle y en la comisaría; esa forma de tratarle peor que a un delincuente —ratero, traficante, asesino, etc.— está claro que es producto de la visión fascista que se tiene al aplicar las relaciones policías/ciudadanos.
Por fuerza, las personas que así se comportan y ven más peligroso a un manifestante que a un ratero y le dan peor trato al primero que al segundo, es fruto de un alma fascista, de una cultura fascista, de una visión fascista de la vida, de una acción política tiznada de fascismo
.

El talante, la cultura, los modales FASCISTAS, no han desaparecido de nuestra sociedad; los llevamos impregnados. Y no sólo impregnan a amplios sectores de la policía española, también está impregnado en quien les selecciona, les maneja, les manipula, les paga, les ordena y les azuza. Y aquí no vale decir que sólo ocurre bajo mandatos de gentes derechosas. También bajo mandatos de gentes llamadas 'socialistas' y no nos olvidemos de las crueles actuaciones de los mossos d'esquadra bajo el mandato de un conseller de izquierdas = Joan Saura i Laporta(*), (Véase, por ejemplo, esto:
http://old.kaosenlared.net/noticia/carta-abierta-conseller-interior-joan-saura-icv-euia).
______________________________________________________________________________

(*) Dice la Wikipedia sobre Joan Saura i Laporta:
Joan Saura i Laporta defendió la actuación de los Mozos de Escuadra durante la manifestación ilegal convocado por la Asamblea Okupa de Barcelona por el centro de la ciudad. Ante las quejas del colectivo 'okupa' por haber sufrido golpes durante la manifestación del sábado con pequeños punzones "kubotan" que los Mozos de Escuadra llevan escondidos en la palma de la mano, Saura matizó que son "armas reglamentarias".
El 18 de marzo de 2009, grupos de estudiantes se manifestaron durante el día por las calles de Barcelona contra el proceso de Bolonia. Parece ser que los Mozos de Escuadra atacaron a los estudiantes con inusitada violencia. Arremetieron también, según han indicado algunas fuentes, contra algunos viandantes que se toparon inesperadamente con el tumulto.

miércoles, 26 de marzo de 2014

la violencia

La violencia que hemos visto en la noche del sábado del 22-M en el Paseo de Recoletos de Madrid, es algo criticable, muy criticable.
Repudiable.
¿Quién puede estar a favor de esa violencia?
Los violentos. Pero, ¿quiénes son los violentos? ¿Ehh? Ahí está el quid de la cuestión.

En estos días he oído de todo. Hay quien asegura que la violencia la inicia un especie de pseudoviolentos. Sí; de la estirpe de esos de: «¡que soy compañero, coño!». Creo que hay pruebas de ello.
Otros, aseguran que los violentos son extremistas de derechas. Y los hay también que tienen claro que esa violencia la fomenta la extrema de izquierda.
¡Vamos!, que todas las manifestaciones que convoca la progresía o la izquierda o la ciudadanía jodida y cabreada, llevan unos infiltrados bien organizados, unos violentos expertos en guerrilla urbana para atacar a la policía y destrozar el mobiliario urbano.

La violencia no es aceptable ni tampoco aplaudible. Pero la violencia puede llegar a ser legítima cuando se hace en legítima defensa.
Los hay que dicen —en estos últimos días— que la violencia está cambiando de bando. Que hasta ahora, la ejercían los policías con excesivas y desproporcionadas maneras, y ahora son ellos los que están bebiendo de la misma medicina que han sembrado por calles y comisarías de policía.

No sé... No sé.

Yo era uno de esos ciudadanos que sufría mucho viendo la ultra-violenta, sádica, placentera y cruel manera que tenían los antidisturbios para desalojar a los concentrados en una plaza pública. O algo más duro, más inhumano, aún: cómo tratan al ciudadano que hace resistencia pacífica para que a un paisano no le saquen de su legítima vivienda y le arrojen a la puta calle.
De cómo tratan al ciudadano pacífico y desarmado que se manifiesta por las calles. La policía nunca debiera actuar así en una democracia —en donde la haya—.
Y lo he criticado mucho aquí, aquí y aquí.
Por eso, estoy muy legitimado para criticar y dolerme de esas escenas del sábado pasado, en donde un grupo de jóvenes encapuchados y con la cara tapada, atacaron con desatada violencia a los policías uniformados y con un número raro e ilegible a la espalda.

¿Qué está pasando? ¿Qué nos está pasando a unos y a otros?
Hay algo que no me cuadra; que me tiene mosqueado; perplejo. (???)
¿Por qué los violentos encapuchados sólo operan en las manifestaciones progres o izquierdosas?
¿Por qué no se lían a quemar contenedores, romper marquesinas de autobuses, cajeros automáticos, fachadas de bancos, ..., en la concentración de la misa pro-católica de la Plaza de Colón —precisamente ahí— de fin de año?
¿Por qué no hacen vandalismo cuando las manifestaciones callejeras de la juventud católica mundial? ¿O de los pro-vida? ¿O de los antiabortistas?
¿Por qué no despliegan la misma violencia cuando viene el Jefe de Estado del Vaticano?
¿Por qué no hacen ese mismo o parecido vandalismo en las concentraciones callejeras de la semana santa?

Tengo muchísimos más porqués pero esto se haría tedioso por interminable. Hay que acabar.

Hay que acabar con tanta violencia que vemos, fotografiamos y filmamos por las calles. Venga de donde venga. Los del monopolio de la violencia también se tienen que moderar un poquito. Una sociedad moderna y democrática, tiene la imperiosa necesidad de rebajar los índices de violencia hasta unos mínimos imprescindibles y aceptables.
También con la violencia que se propina en las comisarías de policía. En eso, la policía autonómica catalana es campeona cum laude.

Y para no contribuir a eclipsar la admirable manifestación cívica del sábado 22 de marzo, yo tengo la necesidad de exclamar:
¡Vivan las marchas por la Dignidad del 22M!
¡Viva el ejemplo de dignidad de muchísimos españoles!
Continúa aquí

lunes, 3 de febrero de 2014

cuando tengamos democracia

Para cuando podamos tener democracia en España hemos de hacer un montón de cambios esenciales para que la democracia sea verdaderamente DEMOCRACIA. Entre otros:
■ Tenemos que cuidar de quién ingresa en las academias policiales y militares (que es casi decir lo mismo). A todo funcionario que se le dota de armas y pertrechos para ejercer legalmente el monopolio de la violencia, hay que vigilarle muy en corto para que no ejerza esa violencia con exceso, con discriminación ideológica, con abuso personalista, con métodos y motivaciones desproporcionadas.

Los policías no debieran de ejercer de pastores que arrean al rebaño de ciudadanos a base de garrotazos, golpes de honda o azuzamientos al perro guardián. Eso no es democrático ni es nada aceptable.
Los métodos que se gastan los policías para espantar de las calles a los ciudadanos protestones, algún día serán juzgados de contrarios a los derechos humanos, De crueles, de innecesarios; de antidemocráticos.
Se me responderá que peores son los policías ucranianos. Mal de muchos nunca debiera de ser consuelo de los resignados.

Cuando tengamos democracia en España, habrá que dejar de ir por los gimnasios escogiendo a los mocitos más fascistas y musculosos.
Los cuerpos policiales debieran tener un ideario que les aparte totalmente de convertirse en ejército de mercenarios a las órdenes y a los intereses de las ilegitimidades y caprichos de todo gobierno.
No todo vale en una actuación policial. No todo ha de ser tapado ni escudarse detrás de la jodida frasecita de "la obediencia debida".
Cuando los funcionarios policiales actúan con tanto ardor guerrero en cuestiones como el desalojo de una familia de su única vivienda, aún sospechando que esa familia se tiene que ir a vivir a la puta calle o que alguno de sus miembros se va a suicidar, habría que preguntarles si eso se compadece con los ideales para los que está concebido un cuerpo policial. ¿Todo vale? Si en vez de arrojarlos por la fuerza de su legítima vivienda (art. 47 de la Constitución) les dieran órdenes de disparar a la multitud, ¿también lo harían?
Sí; me temo que sí; que también lo harían. Actúan con obediencia ciega. Eso es malísimo.

No sabemos cómo esos escuadrones de policías se comportarían si les dieran órdenes de apalizar a algún banquero abusador, a algún juez que se extralimita en el cumplimiento de su justicia. (?)
No; ningún ciudadano debiera ser apalizado por un policía.
El banquero cumple con su obligación de recaudar lo que le debe todo acreedor.
El juez cumple con su obligación de ejecutar lo que le dictan las leyes.
¿Y el ciudadano? ¿No cumple con su obligación de ciudadano? ¿Qué es un ciudadano? ¿Un individuo que vota cada cuatro años y sanseacabó?

No; no. No se puede justificar el vandalismo. Los atentados al mobiliario urbano y a la propiedad privada. Pero hay que indagar muy minuciosamente no vaya a ser que unos cuerpos policiales, deslegitimados para actuar en democracia, sean los que se infiltren de paisano a joder la marrana bajo la sacrosanta filosofía de «cuanto peor, mejor».
¿Mejor, para quién? ¿Para los que necesiten justificar que al ciudadano indefenso se le ha tratado peor que el pastor a sus ovejas? ¡¡Peor!!, ¡ya lo creo que peor! (Que me perdonen los pastores por la injusta alusión y comparación).

No sigo, que luego sale un texto muy largo y aburro al posible lector.  Hasta luego.

jueves, 28 de marzo de 2013

el escrache

es una palabra que nos ha venido de la América Hispana y el sentido que le damos recientemente en España es el de molestar, incordiar, increpar, fastidiar, acosar, ...
En el Diccionario de la Real Academia Española solamente encontramos
escrachar.
1. verbo transitivo coloquial en Argentina y Uruguay: Romper, destruir, aplastar.
2.verbo transitivo coloquial en Argentina y Uruguay: Fotografiar a una persona.

La palabrita está muy de moda en estos días y se emplea para describir una acción o reacción de los ciudadanos cabreados, ofendidos o indignados contra las cabronadas que nos hace el gobierno y otros poderes igual de injustos.
Si los bancos carroñeros nos quitan la única vivienda que poseemos ¡escrache!
Si los diputados nos dan un rodeo y nos retuercen la Iniciativa Legislativa Popular conseguida con tanto esfuerzo: ¡escrache!

Se trata de escrachar a todo el que nos escracha. Es la ley de la guerra. De la guerra que nos ha declarado un gobierno cínico, incumplidor y traicionero. Fiel aliado de los banqueros y los capitalistas de dentro y de fuera de España.

Puestos a dar un merecido escrache, creo que también habría que desarrollarlo en esos vecindarios que quizá ignoren que conviven con una aparente persona que trabaja de policía pero que cuando se pone el casco, el escudo, las botas, la porra y los guantes negros, comete excesos muy excesivos, violentos, crueles y sanguinarios contra seres humanos pacíficos e indefensos. Que se ensaña y se recrea en una violencia que se llama legal pero nunca será legítima ni proporcionada.

Si el gobierno nos fastidia y nos acosa: ¡escrache!
Si los bancos nos roban y expolian: ¡escrache!
A los policías que nos machacan la cabeza, que nos saltan un ojo... ¡escrache!

Un altísimo porcentaje de gentes, juzgamos como más grave eso de ir por los vecindarios coreando frases insultantes, que las cabronadas que nos propinan los insultados.
¿Qué nos pasa? Pues que tenemos muy asumido que lo peor es hacer escrache o llamar "hijodecura" a esos políticos, banqueros o madelmans que nos joden la vida con toda "legalidad" e impunidad.

Yo confieso que repudio los excesos de las dos orillas y aunque no pesan lo mismo en una neutral balanza de precisión, estamos metidos de lleno en una guerra y en toda guerra es inútil andar buscando la ética y el juego limpio.
Me gustaría que se rebajaran muchos puntos a los excesos verbales y a esas formas ilegítimas de violentar al ciudadano.
Pero de esta guerra, yo ya me estoy temiendo qué bando será el derrotado.

domingo, 20 de enero de 2013

ser de derechas

¿Qué es ser de derechas?
—Lo contrario de ser de izquierdas.
¡Vaya respuesta! Yo esperaba otra más clarificadora.
—Bien, ser de derechas es ser un trepa individualista, un racista, un xenófobo, un egoísta, un clasista, un machista...
¡Para, para! A ese paso nos vas a meter a todos en el saco.
—¡Pues claro...! ¿Qué te creías? Ser de izquierdas es muy sacrificado; muy duro; muuuuuuy difícil. Entran muy pocos en el kilo.
Si te lo pregunto es para que me hagas una clara definición de lo que se entiende por ser de derechas.
—Me sería más fácil decirte qué es ser de izquierdas; quizá terminaríamos antes.
Yo no llevo prisa.
—Ni yo tampoco. Pero mira, simplificando mucho: ser una buena persona es ser de izquierdas; ser una mala persona es ser de derechas. Defender lo justo es de izquierdas. Apoyarse en la injusticia y beneficiarse de ella, es de derechas.
Bueno..., peroooo..., muy simplista me parece esa definición.
—Se es de derechas cuando se jode al prójimo. Se le explota, se le roba, se le traiciona. Son de derechas todas esas personas que van con la mentira por delante y a todo le aplican  la ley del embudo.  Los insolidarios, los cínicos, los embusteros, los hipócritas, los embaucadores, ..., esos no pueden ser de izquierdas.
Dificilillo me lo estás poniendo. Visto así, ¿quién no es de derechas?
—¡¡Ah, claro, claro!! Ya te advertí que los de izquierdas suelen caber aquí, en el cuenco de mi mano derecha.
¿Por qué en tu mano derecha?
—Bueno, o en la mano izquierda, qué más da...
Con arreglo a tu definición, todos somos más o menos de derechas.
—"Todos" es una palabra muy fuerte. Enorme. Se puede ser de izquierdas, sí, pero a tiempo parcial. Algunos son temporeros del izquierdismo; tienen un contrato en precario con el izquierdismo. Otros que creemos que son de izquierdas (o ellos mismos se lo creen) en realidad lo que están es en excedencia.
¿En excedencia? ¿Qué quieres decir?
—Pues que hace años que no ejercen de izquierdistas, ¿entiendes?
Ya, ya. Sí, sí. Vale, vale...

domingo, 9 de diciembre de 2012

Nunca me gustó la policía

Sí, lo confieso. No sé muy bien por qué... (?)
Quizá fuera porque viví muchos años en dictadura y vi cómo se las gastaban los que vestían de gris.
¡Ahhh!, y que conste que estos policías de la noséquécracia y aquellos de la dictadura, nunca me pusieron el palo encima. (Ni debajo, siquiera). Pero sí, me producen repelús y repulsión. (Sálvense los que puedan).

Cuando nos ponemos a hablar de policías —a mí, por lo menos, me pasa— metemos en un pésimo talego tanto a los que maltratan al ciudadano con crueldad, deleite y alevosía, como a los que desempeñan trabajos más humanitarios y acordes con los derechos humanos y la democracia.

Pero estamos teniendo un problema en esta noséquécracia española que en estos tiempos se pone más de relieve gracias a la proliferación de cámaras fotográficas y a la enorme velocidad de la distribución de imágenes. Con esto trato de decir que no es que ahora los policías ultra-violentos sean más violentos que nunca. Yo creo que esos escuadrones han actuado siempre de la misma manera, pero en los duros años de la larguísima dictadura y en muchos de estos de la noséquécracia, no veíamos las imágenes de sus peculiares maneras de actuar.

El fenómeno —tristísimo, duro y dramático fenómeno— de la crueldad policial aquí en España, lo viene denunciando en varios vídeos de YouTube, a manera de un desfacedor de entuertos, el policía jubilado José Martínez Díaz, que terminó siendo sargento de la guardia urbana de Barcelona.

Nunca me gustó la policía porque de ellos lo que abunda mucho es la violencia excesiva que despliegan contra el ciudadano, con total impunidad. Pero en el caso del ex-sargento de la Guardia Urbana de Barcelona, confieso que ese tipo de policías —aunque estén jubilados, o quizá por eso— me empiezan a caer bien.
Este hombre lleva una lucha valiente y ejemplar, para denunciar los modos de operar de los antidisturbios de la policía nacional y de los mossos d'esquadra. Y los llama por sus verdaderos nombres: fascistas, perros rabiosos, mercenarios, sedientos de sangre, mamporreros, cabrones, descerebrados, ...
Creo que esos comportamientos de los antidisturbios y los policías infiltrados en las manifestaciones pacíficas que tienen a bien hacer los ciudadanos, merece urgentemente un serio tratamiento. Una urgente solución.
Yo estoy convencido de que son los mismos —con las correspondientes renovaciones de individuos— que actuaban como brazo tonto de la dictadura franquista. Que utilizan los mismos métodos y la misma filosofía en sus 'trabajillos'. Que se siguen los mismos criterios de selección: agresivos, musculosos, pendencieros y con poquito cerebro.

Y que no hay que culpar de eso a los políticos que teóricamente los mandan hacer esos 'trabajillos' ya que no tienen los suficientes ... {esos...} para cortar sus excesos, para castigar sus faltas a los respetos y a los derechos del ciudadano, para acabar con su ocultación de identidad, para reciclarlos, humanizarlos, etc. etc...
Como tampoco tuvieron los esos..., para disolver el cuerpo militar-policial de la guardia civil y el de los legionarios cuando llegó la noséquécracia ya que fueron los principales brazos tontos de la cruel dictadura.

En respuesta reciente al blog de un ciber-amigo, que aborda la misma problemática, esto fue lo que le dije:

Estoy muy de acuerdo con todo lo que dice el policía jubilado José Martínez Díaz.
Es grave lo que está pasando en España con los policías provocadores, pendencieros, agresivos y casi terroristas. O mejor dicho: el brazo tonto del terrorismo de Estado.

Es una temática que llevo abordando repetidamente. Me preocupa mucho. Es muy grave y preocupante.
En principio lo abordo aquí en funcionarios muy especiales. Aquí en policias y rottweiler. También aquí en las cositas de los policías y por último en violencia policial.

Pero yo no opino exactamente lo que el ex-sargento de policía barcelonés, en cuanto a que dice que esos tipos de policías los fabrican o los azuzan los del Partido Popular. Han actuado siempre así. Siempre emplean los mismos métodos de exceso de crueldad y violencia al tratar a los ciudadanos.
Desde que eran el brazo tonto de la dictadura y vestían de gris, y después con otros colores de uniformes y de gobiernos noséquécráticos.
Desde el gobierno de Adolfo Suárez al de Mariano Rajoy, pasando por los de L. Calvo-Sotelo, F. González, J.Mª Aznar y JLR Zapatero. ¡¡Ahhh, y no nos olvidemos de la crueldad de los mossos d'esquadra!!, cuando —incluso— estaban "bajo las órdenes" del izquierdista catalán Joan Saura i Laporta.

Es un fenómeno muy grave que no cabe en una verdadera democracia y como ciudadano no tengo nada claro qué es lo que deberíamos hacer para acabar con esa jauría uniformada que me están haciendo que le tome asco a todo el que viste un uniforme policial (aunque actúe de paisano).

lunes, 15 de octubre de 2012

nacionalistas

Del blog de Alberto Sicilia he captado recientemente un artículo en el que el autor se pregunta
¿Cómo alguien puede ser “nacionalista” y “de izquierdas”?
 ...y como es algo que yo también me lo pregunto a menudo, en vez de hacer una disertación por mi parte, me voy a limitar a responder a Alberto en lo que pueda.
Él dice:

«Nunca he podido comprender a quienes se definen “de izquierdas” y “nacionalistas”»

Yo tampoco. Pero esto de poner límites a las definiciones es muy difícil; casi imposible. ¿Dónde termina el izquierdismo por convertirse en nacionalismo?

Siempre he creído que uno de los principales pilares en donde se sostiene el izquierdismo es el internacionalismo, que es todo lo contrario al nacionalismo.
Por ejemplo, un izquierdista catalán que quiera trazar una frontera entre Cataluña y el resto de España, será —para mí— menos izquierdista que otro izquierdista del resto de España que no solamente no aprueba el separatismo catalán, sino que anhela con ver llegar los Estados Unidos de Europa, o sin ir tan lejos, que anhela formar un Estado único entre Portugal y España, que se llame, pongo por ejemplo, Portugaña o Españugal.

Y sigue diciendo Alberto Sicilia:

«Mi convicción sobre la incompatibilidad entre el nacionalismo y la izquierda se basa en la siguiente observación empírica:
¿Cuál es el elemento que más condiciona las oportunidades en la vida de un ser humano?
Su nacionalidad. ¿Cómo alguien de izquierdas puede sentirse orgulloso de que existan estas barreras?
Precisamente la izquierda defiende que las oportunidades de una persona no deberían estar limitadas por el nivel económico de la familia en la que nace.

Si la redistribución de la riqueza es un objetivo de quienes somos de izquierda, la existencia de fronteras nacionales, ¿no resulta una limitación evidente?»

Y va más allá:

«Cualquier nacionalismo implica necesariamente insolidaridad. Primero nosotros, y si nos sobra, ya daremos algo a los demás.“Los españoles, primero”, “los catalanes, primero”, ... ¿Os imagináis a alguien de izquierdas diciendo “los hijos de tal familia, primero”?
El nacionalismo es uno de los motivos por los que la pobreza está tan concentrada en algunos lugares del mundo.»


Pues a mí me queda bien poquito por añadir. Sólo diría AMÉN. Pero es interesante ir a leer el artículo de Alberto Sicilia porque encierra muchos más matices sobre conceptos como izquierdismo y nacionalismo. Y los comentarios que allí ha dejado la gente también son interesantes.

sábado, 29 de septiembre de 2012

ideas sueltas

policías
Hay policías y policías. Inclusive, hay también policías. España es una primera potencia mundial en policías. Policías de todo tipo. Hay policías municipales (que también los llaman policía local y policía urbana); tanto montan.
Hay policías autonómicos que se llaman mossos d'esquadra o-y ertzainas.
Hay guardiasciviles que tiene mitad de cuerpo de policía y la otra mitad de militares del ejército. (?)
Y hay policías nacionales que antiguamente se llamaban policía armada. Mucha, mucha policía.

De todos ellos existen unos escuadrones que visten de gala cuando de pegar palos al ciudadano se trata. Y están escogidos, no podría ser de otra forma. No todo el que se mete a policía podría dar palos, patadas y bofetones a un ciudadano que no le da motivos. ¡Y aunque se los diera! Los policías no pueden ser "robocop" que lleven el ministerio de justicia pegadito al extremo de sus eufemísticas "defensas".

Ese tipo de policías son los que disparan la prima de riesgo de una democracia que deja mucho que desear. Están entrenados, adiestrados y fuertemente pertrechados para pegar a los ciudadanos en las calles y dentro de las comisarías. Para humillarle y vejarle en el mejor de los casos. Pero la ideología de esos cuerpos les delata. Con el que se ceban y se deleitan a fondo es con el ciudadano que huele un poquito a rojeras, a izquierdoso.

Pero no nos engañemos. No es cierto que todo lo hacen por obediencia debida a las órdenes que reciben del político que teóricamente los manda. No. Se trata de un organismo autónomo que viene actuando de idéntica manera desde los gloriosos tiempos de la dictadura fascista.
Y lo que pasa es que cuando allá por el año 1977 llegó a España la nosequecracia, no hubo ningún político que tuviera los suficientes ... (esos...) para reciclarlos y prepararlos para actuar dentro de lo que requiere una demosgracias y unos derechos humanos. Y así han seguido con sus métodos de siempre campando a sus anchas.

Hay pronosticadores casi proféticos que aseguran que si alguna vez en España se echara de la policía a esos ejemplares tan ejemplarizantes, que formarían grupos de delincuentes asaltadores de chalés, de naves industriales o-y de bancos, al estilo de los ex-policías que nos han venido de regalo de los descompuestos países de la Europa del Este.
Yo creo que no. Que no se meterían en bandas de ladrones. Yo creo que esos hipotéticos despedidos de la policía, más bien pasarían a formar bandas callejeras de masacrar rojos, inmigrantes, negros, homosexuales, moros y progres de toda calaña.

Cataluña
A mí me educaron en la escuela nacional-católica y me inculcaron la idea de lo que debe ser una España-paña, ¡coño!, por eso no acabo de ver con buenos ojos que ahora Cataluña y después el País Vasco, se quieran separar del resto de España y nos dejen con tres cuartas de narices a la luna de Valencia. No, eso no lo quiero yo. Llegados a ese punto, si se me permite, lo que yo quisiera es solicitar formalmente que nos independicemos de Cataluña y del País Vasco y que nos anexionemos con Portugal. Eso es lo que yo deseo para que esa Españita resultante de esos dos separamientos, no se quede en tan poquita cosa.

Rajoy
Es un chico lelo, muy inepto, muy poco capaz para conducir a España por el buen camino. Puestos a profetizar, no le auguro un buen final. Desde sus propias filas, un día no lejano, se le sublevarán las huestes y no le dejarán terminar, ni siquiera, esta legislatura. Mejor así, porque si no, nos meterá en un pozo sin salida. Creo que habrá elecciones anticipadas.
Rubalcaba
No acaba de remontar el vuelo. Ya lo dije en su día a quien me quisiera oír: «No es acertado elegir para cabeza del PsoE a uno que ha colaborado estrechamente con el zapaterismo». Y así le va al PsoE. ¿Cuándo caerán en la cuenta? Es muy necesario que cuanto antes, el PsoE se convierta en PSOE.

domingo, 9 de septiembre de 2012

soy ateo

gracias a dios
Eso dicen que fue Luis Buñuel el que pronunció esta frasecita tan graciosa.
Y no es un disparate ni un juego de palabras. No. Veamos.

Si dios existiera sería un sarcasmo negar su existencia. Pero como no existe y hay mucha gente convencida de su existencia, el que intenta estar lejos —como yo— de esa engañifa, es lógico que diga «soy ateo gracias a dios», que equivale a decir «soy ateo gracias —o por culpa— de ese ser inexistente en el que muchos creéis a pie juntillas»

Dios no existe; es un invento de la imaginación y los miedos de los seres humanos desde la noche de los tiempos, alentada por sus más directos beneficiarios: los clérigos o religiosos de profesión. Y esa idea de un creador todopoderoso acostumbra a ir acompañada de una promesa de premio: la certeza de otra vida que vendrá después de nuestra muerte, la vida eterna o verdadera.

Se hacen aquí muy apropiados los versos del poeta malagueño Manuel Alcántara:
«Cuando se acabe la muerte,
si dicen: ¡A levantarse!,
a mí que no me despierten.
(fragmento de la poesía titulada: "De mí, una guitarra")

Nacemos y morimos como todos los seres vivos de la naturaleza. Nuestro cuerpo es el único cuerpo. Nuestra vida es la única vida. Nos perpetúa nuestra descendencia, la huella de nuestros actos y el recuerdo de quienes nos amaron —u odiaron— en vida.

Las religiones son radicales, violentas, excluyentes, injustas; son el invento de la creación humana que más dolor ha causado a la propia humanidad.
Los creyentes renuncian voluntariamente al ejercicio de la razón esgrimiendo argumentos inspirados en absurdas teorías que provienen de lo no tangible, lo indemostrable, la superstición y la magia. Sin embargo, esos mismos creyentes, en otros terrenos de la existencia, suelen pedir pruebas irrefutables.

Pero siento un enorme respeto con cierta mezcla de compasión, hacia la gente de fe, de buena fe, que tiene la necesidad de aferrarse a esas creencias de lo imposible. Necesitan abrir los ojos para descubrir con claridad toda esa pléyade de sacerdotes, rabinos, chamanes, hechiceros, brujos, nigromantes, hipnotizadores, lamas, astrólogos..., que viven de esas engañifas.

viernes, 9 de marzo de 2012

monarquía republicana

Hace algunos años que asistí a conocer al hijo recién nacido de un sobrino mío. Juan Carlos, mi sobrino, es un militar destinado en una base de carros de combate en los alrededores de Madrid.
A su casa de Carabanchel asistí aquel día para conocer a su pequeño recién nacido —a mi sobrino-nieto, para entendernos—. Era su primer hijo.

Estábamos en la sobremesa del almuerzo, hablando de esto, de eso y de aquello…, dando vueltas a la cucharilla dentro de la taza de café cuando sonó el teléfono. Lo descolgó la esposa de mi sobrino y tras un momento breve, se lo pasa al marido diciéndole:

—Toma; es Felipe.
Tras una corta conversación en la que a mi sobrino me pareció oírle decir:
—Está aquí mi tío que ha venido de Toledo a conocer al niño.
Mi sobrino Juan Carlos es un militar muy atípico. Es un poquito ateo y además simpatiza mucho con los socialistas. Para un militar español, creo que eso es raro, raro, raro.
Con las ideas que tiene, no le dio la gana bautizar a su hijo y su esposa se lo consintió.
Colgó el teléfono y acto seguido, mi sobrino se dirige a mí, con un gesto entre azul y buenos días y me dice:

—Tío: ahora va a venir Felipe.
Como yo le miré con ojos entre gris y buenas noches (¿…!), la esposa de mi sobrino se apresuró a decirme:
—…Es el hijo de Juan Carlos de Borbón. Es que en esta casa, como somos los dos como somos… siempre le llamamos Felipe a secas; no nos sale llamarle por el nombre de su oficio.


Bueno…; yo ya sabía de antemano que mi sobrino hizo la carrera militar con el príncipe Felipe. Sí, eso sí lo sabía yo. Incluso sabía que se veía de vez en cuando con los compañeros de promoción y que mantenían una cierta amistad.

Lo que nunca me imaginé es que el Príncipe de Asturias, el heredero de la corona del reino de España, se dignara a ir a visitar a mi sobrino en su propio domicilio de Carabanchel.
Mi sobrino trató de explicarme, con la máxima naturalidad de que fue capaz, que no me preocupara; que era un tío muy sencillo; uno más entre nosotros.
Que no gastara con él ningún remilgo ni ningún protocolo que eso a él le j..., [fastidia] mucho. Que bueno, que aunque yo sólo le haya visto en televisión en actos propios de su oficio, que me olvide de todo eso, y que cuando esté aquí con nosotros me mentalice de que es un buen amigo; uno de tantos, y que le trate como lo que es: un buen amigo de tu sobrino.

Yo le prometí que sí…, que nada…, que bueno…, que estuviera tranquilo que por mi parte no iba a hacer el patoso. Que yo, aunque no estoy acostumbrado a estas cosas, que perdiera cuidado, que yo sabría estar a la altura que de mí requería mi sobrino y esposa.
Pasados unos minutos que a mí se me hicieron siglos, sonó el portero automático y contestó Delfy, la esposa de mi sobrino Juan Carlos. Ella preguntó “¿Quién…?” y a través del interfono todos pudimos oír “Felipe”.
Al poco llega el Príncipe Felipe al cuarto de estar y, ¡claro!, todos nos pusimos de pie, como corresponde a las costumbres de la buena educación.
(Yo ya llevaba cinco o seis segundos de pie, antes de que irrumpiera en el cuarto de estar).
Fue saludando a la pareja; dio dos besitos al recién nacido y se dirige a mí directa y diligentemente. Y va y me dice, de sopetón:

—Tú eres Jesús, ¡a que sí!
A lo que yo, mientras le estrechaba la mano, muy cortadísimo, acerté a decir:

—Hola. Sí…, si. (Me pareció tan parco mi saludo, que unas milésimas de segundo después, dije casi a destiempo):
—…alt… eza. Me salió entrecortado.
En esto que Felipe me soltó una sonrisa entre añil y madrugada, a la vez que arqueaba mucho la ceja izquierda. Inmediatamente después le miró a mi sobrino con cara interrogante y él le respondió:
—Lo siento, Felipe. No será que no se lo he advertido; pero perdónale, mi tío es un tío de los chapados a la antigua. ¡Es del siglo pasado! Es casi como esos pelotilleros carcas que tanto te adulan.
Delfy sacó otra taza de café y se la puso a Felipe con la manoseada pregunta: «¿Solo o con leche?».
Charla que te charla, de esto, de eso y de aquello, en un momento de la conversación, va Felipe y me dice:
—Es que… ¿sabes?, a mí, cuando no estoy en acto de servicio, me jo.., me fastidia mucho que me llamen por el oficio. Tengo que tener vida privada, ¿noo?

A esto que yo le respondo, poco convincente: “claro…; claro”.
Y Felipe sigue hablando conmigo y va y me dice:
—Juan Carlos, aunque lo intenta disimular conmigo, demasiado sé yo que en el fondo es republicano.
A punto estuve de volver a meter la pata con una pregunta tonta y preñada de extrañeza: ¿Quién, su pa…?”. Pero una milésima de segundo antes de soltar la torpeza, me di cuenta de que hablaba de mi sobrino Juan Carlos; el militar progresista. Sí, yo ya sabía que mi sobrino es un militar atípico; un militar con ideales republicanos.
Yo le respondí a Felipe:
—¡Ah, sí, sí, claro, claro…! Ya, ya…, alt…
(Por poco, vuelvo de nuevo a meter la pata, pero me mordí la lengua, miré al techo y disimulé).
Luego, mi sobrino sacó el parchís, y estuvimos jugando los cuatro unas manitas.


Cada vez que me acuerdo del pasaje aquel me echo las manos a la cabeza y me digo: «¡Madre mía! ¡Se acaba de inventar la monarquía republicana!».
En estos días me está asaltando un extraño sueño en el que ‘veo’ a Eduardo Haro Tecglen cortando una larguísima cinta con la bandera monárquica por una cara, y por la otra, la bandera aquella de la España republicana, proclamando: «Doy por inaugurada la Monarquía Española Republicana Democrática». (MERD)
Y Rouco Varela le toma una pequeña muestrecita de la cinta recién cortada, hace un lazo con ella y se la prende en la solapa de su sotana.
¡¡Ay, ay, estamos perdidos!!

A pesar del estilo jocoso, este texto me ha servido para evocar un régimen político que muchísimos españoles no llegaremos a conocer: LA REPÚBLICA.

domingo, 26 de febrero de 2012

los blogs y las izquierdas

Entre los enlaces de blog favoritos que tengo en mi columna de la derecha, tenía el blog de una persona que se autodefinía como socialista, republicano y ateo. Socialista sin carné, es lógico porque terminé sabiendo o más bien sospechando que el dueño de ese blog es o había sido policía.

Pues bien. Su definición personal me pareció de perlas porque es idéntica a la que haría yo de mí mismo. Lo de posible policía no lo encajaba yo de tan buena manera porque yo soy uno de esos españoles que cada vez más alto dicen «Cuanto más conozco a la policía, más inseguro me siento». Y es que yo viví intensamente los gloriosos años de la dictadura franquista (nací en 1945) y siempre me han tirado patrás los ejércitos y las policías. Será por el buen trato que dieron al ciudadano cuando estaban bajo las órdenes de aquel abuelito... Ahora estoy viviendo las prácticas policiales de los de ahora y me siguen provocando el mismo pensamiento: «Cuanto más conozco a la policía, más inseguro me siento».

Así frecuentaba yo el blog del izquierdista republicano ateo y dejaba mis comentarios a sus artículos que casi siempre eran muy coincidentes. Hasta que una noche, al filo de la madrugada, le leí un panegírico que dedicó a los policías antidisturbios con motivo del trato degradante, violentísimo, desproporcionado e injusto que esos cuerpos policiales regalaron a los ciudadanos del 15-M allá por la primavera/verano del año 2011.

Nadie es perfecto, ya lo sé. Pero, ¡cómo se puede ser tan ciego con esos que aunque visten tu mismo uniforme, se comportan de manera fascistoide, chulesca, pendenciera y terrorista con el ciudadano libre, pacífico e indefenso?
Si así obraran con los que queman cajeros, autobuses, sedes de partidos..., yo no podría decir ni pío, pero es que precisamente despliegan más malaostia, comparativamente, contra el ciudadano indefenso que no tiene delito de qué acusársele. A no ser que estar en la calle viéndoles cómo actúan y fotografiándoles, sea un grave delito.

Aquel artículo del bloguero comprensivo y alabador de la "tarea" que realizan algunos policías "antidisturbios" fue lo que me hizo asquear grandemente del "ciber-amigo" socialista, republicano y ateo.
¡¡Cómo se puede ser tan ciego y tan injusto, madre mía!!
Sobre todo, una persona que se confiesa socialista, republicano y ateo. Y no dudo de que lo sea, pero en materia de juzgar y condenar las prácticas agresivas en exceso y sanguinarias de algunos colegas, quizás haya que entender que está de excedencia de socialista, de republicano y de ateo. Tanto me asqueó su postura nada justa ni democrática, que dejé de entrar a leer su blog y borré su enlace de mis blog predilectos.
 
 Algunos policías que están recibiendo hoy el repudio de la sociedad por sus execrables "gajes de su oficio", y con más o menos fuerza de razón dicen de ellos mismos «rechazados por la sociedad y abandonados por los políticos».
Rechazados por la sociedad, . Por una buena parte de la sociedad cada vez más numerosa. Rechazados todos esos policías que no manifiestan el mínimo respeto por el ciudadano, ni por la legalidad ni por los derechos humanos. Que parece que actúan como si no supieran que ya se acabó ¡por fin! la larguísima dictadura.

¿Abandonados por los políticos...? A algunos de ellos, a los que maltratan al ciudadano injustamente y con saña como si tuvieran algo personal contra él, más les tenían que abandonar los políticos. Mucho más. Todos los políticos. Les tenían que abrir un expediente en donde constara el terrorismo callejero que imparten en calles y comisarías y los tenían que expulsar del cuerpo de policías. (No caerá esa breva, ¿verdad?). —Quizás en una banda de aluniceros o asaltachalés estarían más agustito—.
(¡Cómo seleccionarán a esos energúmenos para entrar en la policía!). Me gustaría verlo a través del ojo de la cerradura de academias y de cuarteles. Y a todo esto, el político de turno..., ni está ni se le espera. No; que no se quejen tanto los policías, que los políticos no les han abandonado y desde sus proezas como policía del régimen franquista, no les  han tocado ni un pelo.

♫Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos un Estado español sin fascistas en sus estamentos♫ (???)