El oficio de verdugo ya hace años que desapareció en España pero verdugos,
verdugos..., haberlos..., haylos.
Hay profesiones inconfesables, o profesiones que a los que las ejercen les da
un poco de vergüenza o reparo desvelárselas a la gente porque un gran
porcentaje del pueblo, en lo más íntimo, rechaza profundamente a ese tipo de profesionales. La de verdugo es la más
inconfesable y el que la ejercía se cuidaba mucho de que no lo supieran ni
familiares ni amigos ni vecinos de su barrio o de su pueblo.
Algo parecido ocurre —en menor intensidad— con los clérigos, policías,
guardiaciviles, funcionarios de prisiones, ... (leer
esto)
No sé; no sé por qué pero esas profesiones, los que las ejercen saben muy
bien que no es bueno para ellos, en muchos casos, ir por ahí confesando al gran
público cómo se ganan el sueldo.
El oficio de verdugo es tan fuerte, tan rechazable por el gran público, que
ellos, para suavizar un poco su discutible oficio, se autodenominaban
eufemísticamente "agentes judiciales ejecutores de sentencias".
En la genial película «El verdugo»
dirigida por Luis García Berlanga, hay un momento en que los protagonistas
hablan de la pena de muerte.
José Luis, trabajador de la funeraria que interpreta el actor italiano Nino
Manfredi, dice:
—Yo creo que la gente debe morir en su cama,
¿no?
A lo que el viejo verdugo, en boca del gran Pepe Isbert, le responde:
—Naturalmente. Pero si existe la pena de
muerte alguien tiene que aplicarla.
Pero ahí, lo injusto del ser humano consiste en despreciar al verdugo y no
despreciar con igual o mayor intensidad, a los aparatos de justicia y a los
Estados que los utilizan, que son los que crean y sostienen ese castigo tan
desproporcionado, tan inhumano y tan anticristiano.
En la película/documental de Basilio Martín Patino «Queridísimos verdugos» quedó muy bien retratada la
execrable "profesión".
Los nuevos "verdugos", los "verdugos" de esta época
moderna, civilizada y democrática, son los policías antidisturbios. (Y a veces,
también, los policías a secas y los vigilantes jurados).
Se trata de un cuerpo especial de policías, reclutados y adiestrados para
pegar —sin remordimientos y muchas veces, sin motivos— palizas al ciudadano
indefenso y pacífico, en las comisarías, en las calles y otros recintos.
Todos tenemos algún amigo que dice tener un amigo entre los policías
antidisturbios. Pues bien, uno de esos amigos me decía un día que tiene un
amigo en las brigadas de antidisturbios que es de los que le fastidia mucho
tener que pegar a los ciudadanos. Y a su vez, el "policía bueno" le
confesaba a su amigo, que ha visto a algunos compañeros de "oficio"
que se sienten muy a gusto pegando a la gente y hasta les produce una inmensa
dosis de placer. (!?!)
Hoy día, no creo que haya una profesión más despreciable en la sociedad
española, que la de ejercer de policía antidisturbios.
Y no por evitar los disturbios entre la gente, que es muy necesario, sino
por los métodos y la "filosofía" que aplican en sus actuaciones.
A un ciudadano de tu país, en legítima posesión de sus derechos humanos,
cívicos y democráticos, no le debes hacer que desista de una protesta o
manifestación callejera a base de darle palos, patadas y 'ostias' según
tu capricho o el de los superiores jerárquicos que te lo ordenan o consienten.
A estos policías también se les ha aplicado eufemismos para suavizar la
dureza de sus "trabajos".
Ya no se les llama "antidisturbios"; ahora se les denomina,
bonitamente, Unidades de Intervención
Policial (UIP). ¡Qué más da! Verdugos al fin. Verdugos, algunos, hasta las
últimas consecuencias. En calles y comisarías, a algunos se las va la mano
tanto, tanto, que terminan matando al ciudadano (o mutilándolo o torturándolo
cuando menos).
Y el Estado, el gobierno y la sociedad en general, no les pasan la factura
que debieran pasarles. A algunos, hasta los indultan luego de ser juzgados.
A estos verdugos uniformados del siglo XXI no habría que discriminarlos ni
marginarlos ni despreciarlos; no hay que
ensañarnos con ellos ni con su 'oficio'. Habría que denominarlos,
eufemísticamente, "agentes ejecutores de las órdenes del gobierno".